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Hot Milk de Deborah Levy
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Lectura electrónica: lo que gané y lo que perdí cuando adquirí una Kindle
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Días Perfectos
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El Culebrón
Nos gusta leer
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Revista Libra
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En el sur de España, bajo un sol abrasador que parece diluir los límites entre lo real y lo imaginario, una madre y una hija buscan respuestas a un dolor que nadie sabe nombrar. La adaptación cinematográfica de la novela de Deborah Levy, Hot Milk, dirigida por Rebecca Lenkiewicz, explora las fronteras difusas de un vínculo simbiótico; el enredo emocional de una madre y una hija que viven atrapadas en una relación de dependencia.
En Días Perfectos, Wim Wenders construye un universo delicado, minimalista pero lleno de detalles sensoriales y artísticos, donde la literatura no es un adorno. A lo largo del filme, aparecen varios libros que su protagonista compra en una librería de viejo y que lee tanto en casa como durante sus descansos en el trabajo. Los libros se filtran en la vida silenciosa y meticulosa de Hirayama y se convierten en una forma de reflexión y disfrute, en un refugio y una expresión íntima. Sus lecturas no funcionan como simple estética, sino como reflejo de un mundo interior donde la sensibilidad se inclina por la contemplación serena antes que por la urgencia y el ruido.
Crecí en una casa de personas lectoras pero de pocos libros. Supongo que siempre tuve la noción de que eran caros, y de que no había espacio para ellos. Para poder estar cerca de los libros, me inscribí a los 6 años en la biblioteca del colegio, a los 13 en Bibliometro. A los 19 en la Biblioteca de Santiago, y a los 20 en la Biblioteca Nacional. El acceso al mundo de la lectura ya estaba logrado, pero quería tenerlos, una casa del futuro de paredes cubiertas de libros, una selección a partir de la cual se pudiera interpretar mi identidad.