Un nuevo año, un nuevo desafío de lecturas
Desde que tengo Goodreads paso gran parte de mis 31 de diciembre leyendo. A veces me falta un libro, a veces diez. Nunca quiero perder contra un objetivo que yo misma me impuse. Y nunca he perdido. Porque soy demasiado obsesiva, porque me encanta ganar, porque se puede hacer trampa y he aprendido a hacerlo.
Hay mucho que se puede decir sobre Goodreads y su reading challenge, pero yo quiero empezar diciendo que me encanta, que me ha hecho mejor lectora y que a pesar de todos sus vicios, no lo quiero dejar de hacer.
Este año me puse la meta más alta que he tenido: 150 libros.
2015, 2016, 2017 y 2018, leí poquísimo, tal vez dos o tres libros en todos esos años. Para alguien que antes de eso, cuando estaba en el colegio, leía diez a veinte libros al año, era definitivamente un fracaso. Así que cuando pude salir de la situación vital que tenía aniquilado mi deseo por la lectura, me dije “tengo que ponerme al día” y se me ocurrió que la mejor forma de hacerlo era cuantificarlo. Con haber leído quince libros cada año habría quedado satisfecha, por lo que en ese momento me debía sesenta libros. Empecé un sistema de descuentos donde me ponía una meta y si superaba esa meta, los restaba de los libros que “me debía”.
Así era la nota de mi celular donde llevaba la cuenta:
“2015: 15
2016: 15
2017: 15
2018: 15
Me debo leer 60 libros.”
El 2019 descargué Goodreads después de años de escuchar a una amiga intentando convencerme de que lo hiciera. No pude creer lo mucho que me demoré en hacerle caso: era todo lo que quería y necesitaba.
Goodreads en una red social de lectura. Marcas los libros que quieres leer, los que estás leyendo, los que leíste. Puedes poner calificaciones, dejar una reseña, comentar en la actividad de tus amigues, te da recomendaciones, ves qué están leyendo les otres y también puedes entrar al Goodreads reading challenge donde te pones una meta anual y la aplicación te va mostrando tu porcentaje de avance y cuántos libros atrás o adelante vas para ir al día con tu meta. También puedes ver cómo van tus amigues con sus metas, lo cual, para una persona competitiva como yo, es entretenidísimo.
Entonces el 2019 quería leer 20 libros y leí 25, así que al entrar al 2020, me debía 55 libros. Y así fui cada año hasta que saldé esa deuda conmigo misma.
“2019: quería leer 20, leí 25
–Me debo leer 55 libros
2020: quiero leer 30, leí 60
–Me debo leer 25 libros
2021: quiero leer 25, leí 45
–Me debo leer 5 libros
2022: quiero leer 25 libros, leí 100
–Ya no me debo nada”
El desafío de lectura me da un horizonte para el año. Hay gente que en sus resoluciones de año nuevo pone que quiere bajar de peso, comprarse un auto, viajar a Europa, encontrar el amor, yo en cambio solo pienso: quiero leer y ojalá leer mucho.
Estandarizar un desafío de lectura en número de libros por supuesto que genera un vicio bastante obvio: promueve cantidad por sobre cualquier otra cosa y por lo tanto incentiva la lectura de libros cortos o rápidos. Distinto sería si la meta de lectura estuviera en páginas leídas o en horas usadas leyendo, pero no sería tan atractivo.
El 2023 leí 90 libros correspondientes a 13.378 páginas, no sé cuántas horas pasé leyendo, supongo que muchas. El libro más largo que leí tenía 672 páginas (Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez) y el más corto 12 (Todo lo que vive es una zona de pasaje, de Yolanda Segura). En promedio los libros de ese año tenían 148 páginas. Toda esta información me la provee Goodreads, aplicación que al mismo estilo del Spotify wrapped, al final del año te da ciertas estadísticas sobre tus lecturas.
Casi todos los años hago las mismas trampas: primero, me pongo un objetivo de lectura recatado, algo que sé que voy a lograr, 15-20 libros. Por lo general, a los pocos meses ya estoy cerca y la voy aumentando, porque en el desafío de Goodreads se puede editar la meta, y así cada cierto tiempo la subo. Podría simplemente superarla y aparecería en mi barra que la sobrepasé en x%. Pero a mí me gusta llegar al 100%. Este año fue la primera vez que no lo hice, puse 150 con la certeza de que lo lograría porque dejé de tener clases en la universidad y asumí que podría usar todo ese tiempo leyendo.
Y la segunda trampa es el gran vicio: los libros cortos. Y sí, he leído libros cortos (especialmente los 31 de diciembres) para concretar mi desafío de lectura, pero también leo libros cortos porque son buenos y quiero leerlos. Como escribo literatura infantil, leo muchos libros infantiles, que son bastante rápidos de leer para una persona adulta. Entonces, ¿trampa? Puede ser, pero mi meta de lectura también está pensada para incluir libros diversos y no solo mamotretos de 700p+. Aunque se acerca diciembre y apilo novelas gráficas, literatura infantil y poesía para no quedarme atrás en el reading challenge. ¿Trampa?
El desafío de lectura te obliga de cierta forma a terminar los libros, ya que estos se cuentan cuando una los marca como leídos. Conozco gente que igual incluye libros que no terminó, pero para mí eso sí que es trampa. Yo me termino todos los libros, aunque los esté odiando y sienta que estoy perdiendo vida mientras los leo, no me importa, sé que en mis derechos de lectora está poder abandonarlos, pero nunca logro hacerlo. Y está el incentivo de terminarlos para poder hacerme una completa opinión de cada libro y también está el gusto de ponerlos en Goodreads. Pero a veces, por distintas razones, quiero hacer durar un libro y se queda en la pestaña de “actualmente leyendo” por meses, a veces años. En este momento tengo en esa categoría El elogio del riesgo, de Anne Dufourmantelle, que empecé en enero del 2023 y llevo leído solamente un poco más de la mitad. Lo tengo en mi mesita de noche como una biblia y a veces cuando necesito una frase de sabiduría que colme mi vida de sentido, leo uno o dos capítulos (que son muy breves, de 3-5 páginas).
Siempre que comparto los libros que leí en el mes o cómo voy con mi meta de lectura, la gente me responde diciendo cosas como “quisiera leer tanto como tú” o “¿cómo lo haces para leer esa cantidad de libros?”. Y mi respuesta es la misma: mi trabajo es leer. Si yo tuviera que dedicarme de 9 a 6 de lunes a viernes a hacer cualquier otra cosa, no podría leer lo mucho que leo. Leo porque tengo que evaluar libros, leo porque tengo un club de lectura, leo porque escribo sobre libros y porque escribo libros. Y me siento una persona muy afortunada porque es un trabajo muy entretenido.
El otro día un amigo me preguntó cuánto creía yo que era un número decente de libros leídos para una persona que justamente trabaja de 9 a 6 de lunes a viernes. Y le dije que no estaba tan segura, que tal vez cinco a diez libros al año, porque si pensamos en las horas que quedan fuera del trabajo y que son destinadas a compartir con familia y amigues, a cuidar, a ordenar y limpiar la casa, a cocinar, a asearse, a hacer deporte, a dormir, ¿cuánto tiempo se le podría destinar a la lectura? ¿20 minutos? El ritmo capitalista nos aleja de la vida más allá del trabajo y por lo tanto de la posibilidad de pausa para leer.
Me pongo un desafío de lecturas porque eso me ordena, pero más que
pensar en que leí no sé cuántos libros, siempre recuerdo esos grandes
títulos que descubrí en mi obsesión por leer mucho, por querer leerlo todo.
Hace poco leí en mi libro sin terminar de Dufourmantelle: “la obsesión no deja de ser una estrategia de evitación” y a lo mejor algo estoy evadiendo con el desafío de lecturas, pero mientras tanto vivo feliz en la ilusión de que algún día podré leer todo lo que quiero alcanzar a leer.
June García Ardiles (Santiago, 1996). Es periodista y escritora. Autora de Tan linda y tan solita, y la saga infantil El mundo de Lulú. Realiza clubes de lectura y talleres de escritura.