Guía de lectura: La ciencia de un club (segunda parte)
Como buena hija de mi tiempo, soy muy ansiosa. Es en la lectura en donde más se me nota. Si paso un fin de semana fuera de mi casa soy capaz de llevarme seis libros; temo quedarme sin algo que leer. Suelo volver con un libro avanzado y otros cinco sin empezar. Si estoy dictando un club de lectura, siempre antes de que termine, tengo la lista del siguiente hecha. Anhelo demasiado los próximos libros que leeré. Vivo en ese anhelo. Me da una esperanza desmedida del tiempo.
En las últimas sesiones de mi club de lectura Raras, la temática y el nombre del siguiente club vinieron a mí mientras caminaba por Santiago y vi un grafiti que decía “Latina por suerte”, una gran frase que resume un estupendo espíritu latino. Me puse más soñadora y planeé hacer un club de lectura anual: tres ciclos, tres países por ciclo y dos autoras por país; una muerta y una viva.
Primero decidí los países que incluiría el club: Chile, Uruguay, Perú, Argentina, Venezuela, Bolivia, México, Colombia y Brasil. Luego a las autoras. El criterio de una viva y una muerta era una manera de obligarme a incluir libros más antiguos también, para escapar un poquito de la tentación de la novedad. Además, me parecía interesante poder trazar temáticas/ideas/estilos comunes o disímiles en un mismo territorio, pero en un tiempo distinto.
Un material muy útil y entretenido al momento de armar la lista de autoras, fue el hilo de Twitter #365autoras que hizo la escritora María José Navia el 2020. Cada día subía a una autora, hablaba un poco de ella y de su obra. Revisé a las más de 365 autoras de las que tuiteó, (me angustió la cantidad que no conocía y mucho más todos los libros que me dieron ganas de leer) y guardé unos cuantos nombres de los cuales saqué la lectura contemporánea brasilera: la escritora Ana Paula Maia y su libro Carbón animal.
Dos países se me dieron de forma muy natural por la relación de estudio y rescate de la viva con la muerta: Bolivia, Liliana Colanzi y María Virginia Estenssoro; Colombia, Margarita García Robayo y Marvel Moreno. Colanzi publicó El occiso de María Virginia Estenssoro en su editorial boliviana Dumdum. García Robayo se reconoce como una ferviente lectora y heredera de la tradición literaria de Moreno. Dejé que las mismas autoras eligieran a quiénes serían su par en el club. Lo mismo hice con el caso de Venezuela, pero de forma literal: le pregunté a la escritora Arianna de Sousa-García, qué autora venezolana le parecía que sería interesante para acompañar la lectura de su libro Atrás queda la tierra y me recomendó a Ida Gramcko. De ella elegí la novela fundacional y con tintes del barroco Juan sin miedo.
Algo que me preocupa mucho al momento de armar un club de lectura, es equilibrar nombres (tanto de autoras como de libros) que “suenen”, que las personas tengan en su lista de “quiero leer”, que alguien les haya hablado de ellos, con libros y autoras de las que nunca hayan escuchado.
Me interesa que mis espacios de lectura sean un lugar de encuentro y de arrojo, de descubrir lo conocido en lo desconocido, de leer libros fuera de nuestra zona de confort. Y eso es un riesgo y una oportunidad.
Leer a autoras como Marosa di Giorgio, Ida Gramcko o María Virginia Estenssoro, y poder comentarlas con un grupo de lectoras voraces, inteligentes y entusiastas, es una experiencia asombrosa. En ningún caso fueron de gusto general (qué libro lo es en todo caso), pero las asistentes coincidieron en la riqueza de haber accedido a sus libros y sus universos. Poder aportar en la circulación de las obras de esas autoras en nuestro país, lo siento como una alegre y pequeña responsabilidad. ¿Cómo voy a dejar de incluir esas lecturas solo por el miedo de que no agraden desde el gusto?
Existen aspectos más prácticos al momento de pensar un club de lectura, que tienen que ver con los ritmos de lecturas en tiempos como los nuestros: qué tan largos serán los libros que se leerán. Esta parte me cuesta un montón porque sobreestimo lo que la gente puede llegar a leer en dos semanas. En una vida donde pasamos 1/3 del día trabajando y otra gran parte en labores domésticas, no hay tanto tiempo para leer. Pero también pienso que si alguien entra a un espacio así es porque tiene ganas de hacerlo. Así que intento que los libros no sobrepasen las 300 páginas y que, en lo posible, estén entre las 150-200. Y a veces no se terminan los libros y no pasa nada. Siempre propongo que asistan igual a la sesión si es que no detestan los spoilers. También creo que un libro no se juega en su final.
Hay algo adictivo de leer en colectivo, de tener un espacio donde opinar, preguntar, contrastar. Me gusta pensar que hay mucha generosidad en un club de lectura, porque implica creer que es importante escuchar lo que las otras personas opinan, porque significa compartir las reflexiones propias, aunque vayan a ser debatidas. Para mí el club también significa que personas confíen en los libros que elijo, que piensen que les voy a proponer lecturas diversas, interesantes y desafiantes, y por ello es un honor que me tomo con muchísima seriedad.
Todavía no empieza el último ciclo de Latina por suerte y ya tengo lista la temática y los libros del club del próximo año. La esperanza puesta en la lectura es linda y sencilla, es desear tener tiempo para leer y encontrar compañeras para compartir.
Guía de lectura. Latina por suerte:
Chile:
Del cosmos las quieren vírgenes, Elena Aldunate (1977)
Chilco, Daniela Catrileo (2024)
Uruguay:
Rosa mística, Marosa di Giorgio (1993)
Desastres íntimos, Cristina Peri Rossi (1997)
Perú:
Erótika: escenas de la vida sexual, Patricia de Souza (2009)
Lxs niñxs de oro de la alquimia sexual, Tilsa Otta (2020)
argentina:
El amor es una cosa extraña. Novelas inéditas, Hebe Uhart (2021)
Las niñas del naranjel, Gabriela Cabezón Cámara (2023)
venezuela:
Juan sin miedo, Ida Gramcko (1956)
Atrás queda la tierra, Arianna de Sousa-García (2024)
bolivia:
El occiso, María Virginia Estenssoro (1937)
La ola, Liliana Colanzi (2014)
méxico:
La semana de colores, Elena Garro (1964)
El invencible verano de Liliana, Cristina Rivera Garza (2021)
brasil:
La pasión según GH, Clarice Lispector (1964)
Carbón animal, Ana Paula Maia (2011)
Colombia:
El encuentro y otros relatos, Marvel Moreno (1992)
Primera persona, Margarita García Robayo (2018)
June García Ardiles (Santiago, 1996). Es periodista y escritora. Autora de Tan linda y tan solita, y la saga infantil El mundo de Lulú. Realiza clubes de lectura y talleres de escritura.