Leer el amor: Una guía de lectura para corazones inquietos

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Porque soy sobre todo una lectora, creo que he aprendido a amar leyendo. He acompañado todas mis relaciones afectivas con libros que llevan marcados de forma invisible nombres que forman mi historial amoroso. He necesitado afirmar esas experiencias en historias, citas, reflexiones. Me he buscado a mí misma y a mis preguntas entre miles de páginas que han pasado por mis manos, porque al final la literatura lo contiene todo.

Es imposible quitarse de encima el amor. Nos abunda como la muerte, como la brisa o el pensamiento. Es una constante tan certera que no hay forma real de rodearla: nos sobrepasa. Pero intentamos agarrar el amor de algún modo, tomar una que otra parte para poder desentrañarlo. Lo aprendemos primero en nuestras casas, después lo interiorizamos a través de la cultura y así se va reforzando a lo largo de nuestras vidas; con los cuentos que nos leen, las películas que vemos, la música que escuchamos, los libros que leemos y las personas con las que crecemos. No se escapa del amor, pero el amor tampoco se escapa de los cambios sociales, del intrínseco deseo y habilidad humana de ir mutando.

El 2019 creé el taller Neoamor, un espacio de lecturas feministas en torno al amor. Llevaba un par de años haciendo talleres sobre feminismos que abordaban varias temáticas y por una inquietud personal, me puse a leer intensamente sobre feminismos y amor. La inquietud personal era que había abierto mi relación del momento y me sentía infinitamente perdida. Pensé que si alguien tendría las respuestas que estaba buscando eran las escritoras feministas que ya se habían preguntado lo que a mí me abrumaba. Así llegué a bell hooks, Marcela Lagarde, Coral Herrera, Mari Luz Esteban, Helen Fisher y Aleksandra Kollontai, autoras en las que me zambullí, con las que me encanté y discrepé. Algunas se mantienen firmes dentro de mis lecturas recurrentes, otras me parecen ahora anticuadas, binarias e incluso conservadoras.

 
 

«Si conseguimos que de las relaciones de amor desaparezca el ciego, el absorbente y exigente sentimiento pasional; si desaparece también el sentimiento de propiedad, lo mismo que el deseo egoísta de «unirse para siempre al ser amado»; si logramos que desaparezca la fatalidad del hombre y que la mujer no renuncie criminalmente a su «yo», no cabe duda que la desaparición de todos estos sentimientos hará que se desarrollen otros preciosos elementos para el amor».

¡Abran paso al Eros alado! Una carta a la juventud obrera
Aleksandra Kollontai (1923)

 

Kollontai es una de las tres autoras pilares de mi taller. Hace más de 100 años hizo una revisión histórica de los cambios que había tenido el amor como un factor social que se acomodaba a la clase hegemónica del momento. Por lo mismo, propuso que la clase obrera no podía replicar el amor burgués profundamente arraigado en la idea de la propiedad privada, sino que tenía que imaginar una forma nueva que se acomodara a los ideales socialistas. Así es como propone, en la carta que le escribe a sus compañeros y compañeras, el amor camaradería: una especie de poliamor, con ciertas limitaciones (por el contexto histórico y cultural), donde siempre el amor a la colectividad tenía que ser más grande que a los seres amados.

En esa época de buscar lecturas para el taller, me dediqué principalmente a los ensayos: deslumbrantes, intensos, inteligentes, preciosos; y algunos también aburridos y complicados. Pero me faltaba en los libros la pasión, el dolor, la calentura; extrañaba leer sobre corazones que se desgarran y vaginas que se humedecen. Porque sí, tenía una inquietud intelectual, pero esta venía de un cuerpo demasiado dispuesto a las consecuencias del amor y del deseo. 

Por eso llegué de manera inevitable a la poesía y la narrativa.

Mientras armaba el primer taller, pillé en la Librería Catalonia: Amor. Antología colectiva de poesía, de Bisturí 10: 50 poemas de amor escogidos por 50 escritores y escritoras. Ahí conocí poemas y autores, autoras, que se han vuelto imprescindibles, y se convirtió en una de las lecturas más fervorosas del taller.

 
 

«Me gusta que puedas abrazar

a otra mujer delante de mí

y que no me mandes al infierno

por besarme con otro.

Y que no me llames cariñosamente

ni en la noche ni en el día.

Y que nunca, en el silencio de una iglesia, nos cantarán el Aleluya».

Marina Tsvietáieva, escogida y traducida por Natalia Litvinova en
Amor. Antología colectiva de poesía (Bisturí 10, 2019)

 

Tsvietáieva y Litvinova, poeta elegida y poeta que elige, rápidamente invadieron mi librero y mis horas de lectura. La primera, contemporánea de Kollontai, vivió la cara opuesta de la revolución rusa. Relegada a una vida de precariedad y persecución, siguió escribiendo poesía y prosa a pesar de las dificultades para mantenerse con vida. Mientras estaba casada, sostuvo relaciones románticas y platónicas con hombres y mujeres, pasión que se deja entrever en el poema anterior, donde se habla de un amor libre de posesiones, un amor tranquilo que reniega de la validación del matrimonio. Pero Marina Tsvietáieva también logró capturar el sentimiento contrario en su poema «Tentativa de celos». Porque una cosa no quita la otra.

 

«¿Cómo te va la vida con otra? 

Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo. 

¿Cuándo –¿pronto?–  por un puente seguro 

se alejó de ti el recuerdo 
de mí, una isla que flota? 

(En el cielo, no en el agua.) 

Venga, con franqueza, ¿sois felices? 

¿No? ¿Cómo se vive en un abismo sin profundidad, 

amor mío? Cuesta, ¿verdad? 

¿Te cuesta tanto como a mí con otro?»

Marina Tsvietáieva
traducción de Olvido García Valdés

 

Si escribo sobre no monogamias y libros, tengo que nombrar a Gabriela Wiener, otra de las tres autoras centrales de mi taller. Sus obras se entremezclan en este relato cronológico porque aparecieron antes de que yo siquiera me hiciera estas preguntas, cuando aún decía cosas como «yo jamás podría hacerlo», al leer sobre su relación poliamorosa, sin imaginar que pocos años después me tocaría a mí escuchar una y otra vez esa frase.

«Tres» en Llamada perdida, fue probablemente una de las primeras lecturas que hizo temblar una serie de certezas que no sabía que quería interpelar. Luego fue Dicen de mí, toda su producción periodística que encontré en internet, Huaco retrato, Sexografías, Una pequeña fiesta llamada eternidad y Qué locura enamorarme yo de ti, textos donde el problema de la monogamia aparecía una y otra vez. Wiener me había contagiado y yo quería contagiarme, porque al igual que ella era incapaz de elegir.  

 
 

«¿Cómo disfrutar de buen sexo delictivo sin sacrificar los domingos de película y desayuno en la cama? ¿Cómo reservarme la emoción de los encuentros clandestinos sin dejar de dormir abrazada a un cuerpo amado y protector? ¿Cómo vivir sin una carta bajo la manga? Una maldita y viejísima voz me ha susurrado durante años: «No puedes tenerlo todo. Debes elegir». Pero yo nunca he podido elegir. Lo quería todo».

Llamada perdida
Gabriela Wiener (Estruendomudo, 2018)

 

En mi credo de las no monógamas, Brigitte Vasallo es mi profeta y su libro Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, nuestra biblia. Por lo mismo, debe ser el libro más feo de toda mi biblioteca: doblado, rayado, sucio, manoseado, roto, leído fervientemente una y otra vez. Veo la relevancia que ha tenido en mi vida por lo usado que está. Impresiona la lucidez, claridad y profundidad con la que Vasallo explica el modelo amoroso en el que estamos viviendo. No es un manual para entender el poliamor ni propaganda poliamorosa, es un llamado urgente a transformar la forma en la que establecemos vínculos para salvarnos definitivamente de las violencias en nombre del amor, para poder construir una sociedad distinta. 

 
 

«No hay manera de estar preparadas para relacionarnos de maneras distintas: si la monogamia es un sistema opresivo, en algún momento habrá que crear la resistencia, sin más. Y dolerá, sí, pero lo que nos duele no es el poliamor, ni siquiera el poliamor a lo bestia. Lo que nos duele es la monogamia, el capitalismo de los afectos y la brutalización de los vínculos afectivos».

Pensamiento monógamo, terror poliamoroso,
Brigitte Vasallo (La oveja roja, 2018)

 

Lo guardo en la sección «libros sobre amor» de mi librero, junto a muchísimos otros ensayos extraordinarios, que también han acompañado mi paso por las reflexiones en torno al amor:

  • CalienteLuna Miguel (Lumen, 2021)

  • Toda la colección (h)amor de Contintametienes

  • El fin del amorTamara Tenenbaum (Ariel, 2019)

  • Amarte. Pensar el amor en el siglo XXI, Chris Oliveira y Amanda Traba (Catarata, 2019)

  • Por qué duele el amor, Eva Illouz (Katz, 2012)

  • Ética promiscua, Dossie Easton y Janet W. Hardy (Greenery Press, 1997)

  • Crítica del pensamiento amoroso, Mari Luz Esteban (Ediciones Bellaterra, 2000)

  • Todo sobre el amor Bell Hooks (Paidós, 2021)

  • El día que aprendí que no sé amar, Aura García-Junco (Seix Barral, 2021)

  • Y sin embargo el amorAlexandra Kohan (Paidós, 2020)

  • Conjugar el amor. Escritos alternativos al discurso amoroso, Laura Latorre (ed) (La oveja roja, 2020)

  • En caso de amor. Psicopatología de la vida amorosa, Anne Dufourmantelle (Nocturna Editora, 2021)

 

A pesar de que amo esta parte de mi librero, no hay nada que me ponga más contenta que pillar contenido no monógamo en libros inesperados. Cuando encuentro relaciones poliamorosas en novelas, cuando se habla del amor libre en poemas, cuando la ficción aborda la pregunta sobre el amor y el deseo fuera de los parámetros mononormados, las inquietudes adquieren un cuerpo distinto; se logran materializar en una realidad literaria que muestra cómo podría funcionar y de hecho, cómo existe. Porque alguien más ya lo imaginó en su cabeza y lo llevó al papel. Porque alguien lo vivió y luego lo contó.

Una de estas grandes sorpresas fue en Nuestra parte de noche, novela de la escritora argentina Mariana Enriquez del 2019, ganadora del Premio Herralde de Anagrama. Además de terror, enfermedad, familia, colonialismo, paternidad, dictadura, hay no monogamias. Nunca se menciona con ese nombre, ni tampoco es particularmente problematizado a lo largo del libro, más bien es una forma de entender el amor y el deseo que tienen los personajes. Es simplemente la manera en la que se relacionan Juan, Rosario, Tali y Stephen.

 
 

«La marca también indicaba que él era el compañero del médium, si lo deseaba. Nunca sentí celos: al contrario, fue un alivio tener con quien compartir la tarea… Él también estaba enamorado de Juan, pero nunca interfirió entre nosotros y yo siempre quise tenerlo cerca, como el otro esposo, el pacificador».

Nuestra parte de noche,
Mariana Enriquez (Anagrama, 2019)

 

Cartas póstumas desde Montmartre es una ficción epistolar de la escritora taiwanesa Qiu Miaojin, ícono contracultural de la literatura asiática. Lo leí por su temática sáfica y me fascinó la profundidad y variedad de las reflexiones que tiene la autora de las cartas en torno al amor. Además de abordar apasionadamente la relación con el arte, la creación, la inmigración y la soledad. 

 
 

«He comprendido y experimentado muchas más verdades sobre el amor, ¿no crees?; y sin embargo sigo siendo el mismo corazón ardiente. Xu, no sabes qué poco me importa que me abandones y ames a otras personas, que otros muchos posean tu cuerpo. He comprendido también que no puedo alejarme, traicionarte ni dejar de amarte por ello. Para mí seguirás siendo la misma, nunca cambiarás… Nada tiene que ver con terceros, ni con tu deseo por otros. Eso es lo de menos.»

Cartas póstumas desde Montmartre,
Qiu Miaojin (Gallo Nero, 2018)

 

En Poesía masculina, de la escritora española Luna Miguel, la autora indaga en varios poemas y desde distintas miradas el deseo plural (aunque este hallazgo no me sorprendió tanto, porque sigo las lecturas y escrituras de Luna hace muchos años, sabía que esta temática le interesaba y ya la había comenzado a explorar). Habla de los celos, del cuidado, de la calentura, de lo ajeno, de las inseguridades. 

 
 

«aunque preocupados cada uno por encontrar 
palabras mejores para esos «nuestros otros»
que no son lavables ni prescindibles 
que no son trabajadores precarios 
de ninguna prisión sino tal vez y sobre todo 
las razones que iluminan este espejo frente
 al que nos calcinamos deseándonos tanto 
como los deseamos a ellos queriéndonos tanto 
como queremos lo mejor para ellos 
ensayando palabras tan tiernas como ternura precisamos 
para nombrarlos «amigos» «confidentes»
«compañeros durante la excarcelación»»

Poesía masculina
Luna Miguel (La Bella Varsovia, 2020)

 

Luna se pregunta sobre el problema del lenguaje, incapaz de dar cabida a otras formas de amor, a otros amores. Incapaz de darles un lugar relevante que no sea esa otredad asociada a la infidelidad. A veces parece un poco divertido que las comunidades no monógamas inventen nuevos términos constantemente, como metamor, compersión, polícula, ENR, pero más bien responde a una necesidad: ser capaces de nombrar la experiencia. Aquí entra a jugar la literatura también.

Si la pregunta sobre el amor nunca acaba, entonces estos libros permanecerán como lecturas infinitas para mí. Estos y los próximos que vengan, que espero sean muchos y variados, que logren expandir los horizontes de la creatividad amorosa, que me interpelen e incomoden. Mis libros de amor son los más releídos y toqueteados, los más prestados y escaneados. Hay un ejercicio amoroso al compartir estas lecturas, se vuelven plurales, escapan del lugar que les he construido, buscan hacerse un hueco en sus corazones y libreros, también.

 

 

June García Ardiles (Santiago, 1996). Es periodista y escritora. Autora de Tan linda y tan solita, y la saga infantil El mundo de Lulú. Realiza clubes de lectura y talleres de escritura.

 
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